miércoles, 5 de diciembre de 2012

El coste en intereses del VCF, 38 € por minuto

El dato es escalofriante, teniendo en cuenta lo que actualmente supone soportar los intereses anuales de los créditos que tiene el VCF, entendiendo a la vista de que se negocian conjuntamente (tal y como dijo en su día Manuel Llorente) los créditos de la SAD y de la Fundación, la situación resulta, cuanto menos alarmante. Si damos por buenos los datos hechos públicos, hablaríamos de una cantidad en torno a los 15 millones anuales por la SAD y 5 millones anuales por la Fundación. 

Resulta evidente que este cálculo esta realizado con benevolencia, sabedor de que es algo más, dejemos la cifra en esos 20 millones de euros anuales, por hacer un número sencillo y sin bajar demasiado al detalle, aunque realmente sabemos que la cantidad es superior.

El resultado es que cada minuto que transcurre cada día de los 365 que tiene el año, le cuesta al VCF (recordemos que en esta cuenta se incluye a la Fundación) la nada desdeñable cantidad de 38 euros. Cada vez que el reloj indica que han transcurrido sesenta segundos la caja del banco, al parecer el único que sigue confiando ciegamente en Manuel Llorente (cómo no) recauda 38 euros, lo que es lo mismo, algo más de 60 céntimos por segundo, veinte duros de los de antes.

A la vista de los fríos y duros números, los que nunca mienten, los que no admiten de opiniones, resulta más que justificado el apego que sigue teniendo el banco hacia el, todavía, presidente del VCF, Manuel Llorente quien, dicho sea de paso, cobra 39 euros por cada una de las 24 horas que tiene cada uno de los 365 días del año, atendiendo a los datos que él mismo dio, 343.000 euros al año.

El fracaso del gran gestor

Desde la abrupta llegada al sillón presidencial del VCF por parte de Manuel Llorente, asistimos atentos al devenir de unos acontecimientos previsiblemente movidos. De entrada, es bueno a veces echar la vista atrás, recordemos los principales retos que tenía ante sí el gloriosamente elegido (algunos aún lo celebran) presidente del VCF. Se trataba, entre otras cosas, de conseguir la "paz social", de terminar el estadio, de reducir la deuda, de realizar una ampliación de capital para conseguir democratizar el club, de conformar una plantilla competitiva, de vender las parcelas y de atraer de nuevo hacia Mestalla a una masa social que andaba revuelta ante los convulsos años pretéritos. Todo ello a cambio de un sueldo, muy por encima de la media en España, incluso por encima de algunos altos cargos políticos y gobernantes. Un sueldo que hay quien califica de escandalosamente escandaloso.

A la vista de los últimos acontecimientos, resulta evidente que es necesario reflexionar, parar en seco, darle al STOP, pulsar ctrl+alt+supr, buscar el botón de reinicio y volver a empezar con todo. Resulta que Manuel Llorente arrastra allá donde va su cartel de gran gestor. Un cartel que, de una manera cada vez más evidente, choca de frente con una realidad que, día tras día, muestra síntomas de que todo ha sido una gran ilusión, una cortina de humo extrema que vive sus momentos más álgidos con esta última semana en la que, con tal de que se olvide cuanto antes que Mestalla gritó "Llorente vete ya", se airean los desmanes del vestuario, se sataniza a los futbolistas que, mejores o peores, son los que tienen que sacar esta situación adelante y se llega incluso a cesar a un entrenador. Todo ello con el único objetivo de salvar, de salvarse, de mantenerse en su sillón, sin que pase nada y con sus nóminas al corriente.

La gestión se mide en resultados y a la vista de los objetivos y lo que se ha logrado, no es cuestión baladí reseñar que Manuel Llorente ha fracasado como gestor, no ha conseguido los hitos, no ha estado a la altura. El vestuario, según se encargan de filtrar desde el propio VCF (vivir para ver), está roto. La paz social, el que la vea que lo explique. De los créditos mejor ni hablar (en mora, sin visos de que nadie vaya a pagar), la Fundación del incomparable Társilo Piles, a lo suyo, los patronos únicamente preocupados en que no les toquen el bolsillo, la ampliación de capital que no fue suscrita y debió ser atribuida, sin demasiada luz ni claridad, a la mencionada Fundación. En medio de todo esto, Manuel Llorente decidió dejar al margen a consejeros y director deportivo (en otra ocasión hablaremos de él) para contratar por su cuenta y riesgo a Pellegrino, a quien en apenas unos pocos meses, destituye para silenciar los "Llorente vete ya". 

Los créditos en el aire, el campo sin terminar, las parcelas sin vender, el extraño caso Newcoval, la Fundación sin pagar, los avales sin renovar, el técnico que eligió personalmente destituido, los YOMUS en Paterna, Javier Gómez decide irse y le paga 1.200.000 €, jugadores vendidos a precio de saldo y fichajes que no funcionan. Llorente es un gran gestor, no lo dudo, pero un gran gestor que ha fracasado.