jueves, 31 de octubre de 2013

"Braulio vete ya"... y Braulio avisó a Voro

El partido frente al Almería marca un punto de inflexión en el VCF, fue la primera vez que la afición de Mestalla (lo que queda de ella) señaló al director deportivo. "Braulio vete ya", alto y claro, así lo cantó la grada y así lo percibió cualquiera que allí estuviese, incluido el propio Braulio. Desde tiempos inmemoriales, desde que el mundo es mundo y el fútbol es fútbol, la grada ha sido soberana, ha mandado y ha marcado el devenir de los acontecimientos a base de cánticos, pañuelos, pitos y aplausos. Reflexionemos, ¿por qué ha sido siempre la grada la que ha juzgado y puesto carteles de héroes y villanos? La respuesta es muy sencilla: sin grada, sin afición, sin gente que viva el fútbol, no hay fútbol. La afición es soberana porque sin afición no hay fútbol.

El año pasado escuchamos "Llorente vete ya" y el resultado fue la destitución de un entrenador, anoche escuchamos "Braulio vete ya" y el propio Braulio, según cuentan,  reaccionó advirtiendo a Voro que posiblemente se tendría que hacer cargo de dirigir al VCF. Si hacemos un ejercicio de abstracción, si intentamos situar este escenario en cualquier otro contexto nos daremos cuenta de que carece absolutamente de sentido, que es fruto de la paranoia y la sinrazón reaccionar señalando a otro cuando es a uno mismo al que señalan los demás. 

Lamento decir que cuando todo el mundo identifica a alguien como el culpable y el ínclito señala a otro, mira hacia otro lado y plantea soluciones absolutamente demenciales, suele estar equivocado, suele haber perdido el Norte y estar desbordado por la situación. Cualquiera de éstos, es un síntoma inequívoco de que el momento de las decisiones ha llegado, de que no hay un minuto que perder. El VCF necesita estar por encima de las ocurrencias de un desnortado, el VCF necesita que Amadeo Salvo tome las riendas de la situación y tome decisiones. Mirar adelante y fingir que no hay problema no suele ser la solución correcta, de hecho, por norma general, suele agravarlo.

Mirando atrás en el tiempo, analizando la historia, se suele aprender, vamos a ello. Antes, mucho antes, la Humanidad "sabía" que el Sol giraba alrededor de la Tierra, "sabía" que en la línea del horizonte había una gran catarata que engullía las embarcaciones, la Humanidad "sabía" que la Tierra era plana. Hace algunos meses Amadeo Salvo "sabía" que no había que entrar en el VCF "como un elefante en una cacharrería" y hace algunas semans "sabía" que Braulio Vázquez era la persona indicada para continuar asumiendo la dirección deportiva del VCF.

La huida hacia delante, el "tú tira y ya veremos luego qué pasa" es un recurso poco recomendable, necesario en algunas ocasiones, pero poco recomendable en general. Braulio Vázquez apuesta por lo que ha visto, por lo que le han consentido, por lo que "sabe" que es lo correcto. Indiana Jones en cierta ocasión dijo "se han perdido todos menos yo", pues eso.

El problema es global, no GloVal

A la vista de los acontecimientos que están rodeando al VCF resulta más que evidente que existe un cúmulo de problemas, una serie de situaciones que provocan que estemos ante una complicada realidad: el VCF tiene un problema GLOBAL, es decir, tiene un problema deportivo, un problema económico, un problema financiero...tiene, como diríamos antes de ser tan modernos y saber tanto de márketing, un problema en general, un gran problema, un cortocircuito de un calibre aseadito.

Sensaciones al margen, la quiebra deportiva del VCF es una realidad, es algo demasiado evidente como para pasarlo por alto, es el resultado de una mezcla explosiva: pérdida progresiva de calidad en la plantilla y planificación deportiva muy alejada del nivel de exigencia de un club como el VCF. Ante esta realidad la conclusión es obvia: el VCF no es un equipo en un mal momento deportivo, es un milagro. Así de duro y así de simple; sencillamente la pérdida de calidad de la plantilla exigía un nivel de dirección deportiva muy por encima del demostrado por el actual responsable de la parcela. Evidentemente, sin duda alguna, las miradas se centran, y así debe ser, también en el presidente del VCF, Amadeo Salvo. El máximo responsable lo es en lo bueno y en lo malo, debe tomar decisiones y actuar en consecuencia. 

La propuesta de Amadeo Salvo, GloVal, es, sencillamente impecable, no tiene fisuras, es el plan que todo valencianista desea, fomenta los valores del VCF, apuesta por crecer, por hacerlo de modo sostenible, por lo propio, lo de la casa, por lo propio y no por lo ajeno, el respeto y sobre todo, reitero, los valores del VCF. GloVal no es un problema, el plan es bueno, la idea para el VCF es la deseable, pero choca con el verdadero problema, el global, el de verdad, el que tocamos a diario.

Amadeo Salvo está viviendo en primerísima persona lo que significa el VCF, está palpando el fútbol de primer nivel y seguramente va a tener que matizar algunas de sus categóricas afirmaciones. Habrá que explicar a la opinión pública aquello del "pase lo que pase Djukic va a seguir" y, sobre todo, habrá que dar alguna explicación convincente de la defensa pública y a ultranza que hizo de Braulio Vázquez, el director deportivo elegido por Salvo para continuar al frente del VCF y de su proyecto GloVal. 

La planificación deportiva del VCF es, sencillamente, deficiente. No alcanza al nivel de exigencia que tiene un club que progresivamente vende cualquier futbolista susceptible de ser vendido, dicho en plata, de un equipo que vende a los buenos y necesita milagros en materia de fichajes año tras año. Braulio no es capaz de conseguir el milagro, simplemente eso, no llega al, por otro lado estratosférico, nivel que necesita el VCF de hoy.

Amadeo Salvo ha cometido errores, se ha equivocado en manifestaciones públicas demasiado contundentes y sobre todo se ha equivocado defendiendo la indefendible planificación deportiva del VCF, pero GloVal no es un error, es el mejor modelo para el VCF. El problema es doble:

  a) GloVal es tan obvio, tan de consenso, tan de sentido común que cualquiera con dos dedos de frente (excepción hecha de los últimos gestores del VCF) quiere eso para este club (mejorar la imagen internacional, aumentar ingresos de marketing y comerciales, ser un club más respetado, tener la mejor escuela de la CV, generar futbolistas para primera división, respetar a los rivales, cuidar a los socios, implicarse en proyectos sociales...) todo ello insisto, fruto del sentido común. Evidentemente, superada la admiración inicial, el proyecto se queda en eso, en algo simplemente lógico

b) las circunstancias del VCF son demasiado complicadas a nivel GLOBAL como para que sea suficiente exponer un (insisto, brillante) proyecto GloVal que, mirando bien, no es sino aplicar el sentido común, algo muy de valorar, muy bien pensado, muy útil, pero, al menos de momento, insuficiente.

GloVal no es un problema pero no es la solución a un problema GloBal, este sí, duro y de difícil resolución. De momento, habrá que pensar qué pasa si las palabras se quedan en algo que contrasta con los hechos, que se da de bruces con la realidad.


miércoles, 30 de octubre de 2013

El AVAL, los AVAListas y los AVALados

Desde que empezó esta historia tan compleja y, con perdón, retorcida del AVAL nos estamos enfrentando a una serie de conceptos, de dimes, diretes y mandangas variopintas que producen, a diario, el sonrojo de cualquiera que tenga un mínimo de consideración por el VCF y por los dineros del público, es decir, el montante resultante de la suma de los impuestos de todos y cada uno de los ciudadanos que habitamos en la Comunidad Valenciana.

De entrada, para el que vaya un poco perdido, diré que el AVAL se firmó con unas condiciones, por suavizar el asunto, poco habituales, de hecho muy poco. En el propio documento y en documentos posteriores, se garantizó que ningún patrono, bajo ningún concepto, debería nunca pagar ni un euro de su bolsillo para sacar adelante la deuda, ingente deuda, de la fundación VCF. Al margen de esta circunstancia, Bancaja (hoy Bankia) se comprometía a que exigiría a la fundación VCF única y exclusivamente las acciones del VCF, nunca otra garantía, repito, NUNCA OTRA GARANTÍA.

Si uno junta ambos conceptos referidos hasta este momento, el resultado es, ni más ni menos que el que nos encontramos ahora mismo, lo que en otras circunstancias llamaríamos "la tormenta perfecta". De una parte, entre otras, encontramos una irregularidad poco compatible con el dinero público y de otra, un banco que al titular no le pedía nada más que una cosa muy concreta para garantizar la deuda contraída. La conclusión es sencilla, AVAL por el aire y problema a la vista. Deberíamos en este punto considerar tres realidades:

a) IVF (GVA) avaló a la Fundación VCF, lo hizo voluntariamente, asumiendo los riesgos que implicaba y conociendo los mismos. Existió, evidentemente (fotos, ruedas de prensa, entrevistas) una voluntad manifiesta y un conocimiento expreso de lo que se firmaba en su día.

b) El hecho de que el banco (Bancaja/Bankia) restrinja las garantías al titular, puede implicar (hay quien dice que de hecho implica) una serie de consecuencias para el avalista al que, según algunas fuentes, difícilmente se le puede exigir mayores garantías que al titular del crédito. Dicho en plata, si Bancaja se comprometió con los patronos mediante documento escrito a no exigir nada más que las acciones en caso de impago (es cierto que hablaba de acudir al avalista), difícilmente puede exigir al avalista algo que se más de lo que le exigiría al titular.

c) El AVAL es, según expertos en la materia consultados, uno de los más extraños, menos preparados y peor ajustados a la ley de los que se han emitido por el IVF. Evidentemente esto es un factor que pesa para determinar la valía o no del AVAL.

Teniendo en cuenta estos datos, obviamente hay que centrar el debate. Parece claro que el acto administrativo, que el hecho del AVAL, es bastante deficiente, por no decir que es absolutamente irregular. De otro lado, resulta más que evidente que existió voluntad de avalar e incluso de salir en la foto. El conflicto es evidente, qué pesa más, ¿la forma o el fondo?