miércoles, 30 de octubre de 2013

El AVAL, los AVAListas y los AVALados

Desde que empezó esta historia tan compleja y, con perdón, retorcida del AVAL nos estamos enfrentando a una serie de conceptos, de dimes, diretes y mandangas variopintas que producen, a diario, el sonrojo de cualquiera que tenga un mínimo de consideración por el VCF y por los dineros del público, es decir, el montante resultante de la suma de los impuestos de todos y cada uno de los ciudadanos que habitamos en la Comunidad Valenciana.

De entrada, para el que vaya un poco perdido, diré que el AVAL se firmó con unas condiciones, por suavizar el asunto, poco habituales, de hecho muy poco. En el propio documento y en documentos posteriores, se garantizó que ningún patrono, bajo ningún concepto, debería nunca pagar ni un euro de su bolsillo para sacar adelante la deuda, ingente deuda, de la fundación VCF. Al margen de esta circunstancia, Bancaja (hoy Bankia) se comprometía a que exigiría a la fundación VCF única y exclusivamente las acciones del VCF, nunca otra garantía, repito, NUNCA OTRA GARANTÍA.

Si uno junta ambos conceptos referidos hasta este momento, el resultado es, ni más ni menos que el que nos encontramos ahora mismo, lo que en otras circunstancias llamaríamos "la tormenta perfecta". De una parte, entre otras, encontramos una irregularidad poco compatible con el dinero público y de otra, un banco que al titular no le pedía nada más que una cosa muy concreta para garantizar la deuda contraída. La conclusión es sencilla, AVAL por el aire y problema a la vista. Deberíamos en este punto considerar tres realidades:

a) IVF (GVA) avaló a la Fundación VCF, lo hizo voluntariamente, asumiendo los riesgos que implicaba y conociendo los mismos. Existió, evidentemente (fotos, ruedas de prensa, entrevistas) una voluntad manifiesta y un conocimiento expreso de lo que se firmaba en su día.

b) El hecho de que el banco (Bancaja/Bankia) restrinja las garantías al titular, puede implicar (hay quien dice que de hecho implica) una serie de consecuencias para el avalista al que, según algunas fuentes, difícilmente se le puede exigir mayores garantías que al titular del crédito. Dicho en plata, si Bancaja se comprometió con los patronos mediante documento escrito a no exigir nada más que las acciones en caso de impago (es cierto que hablaba de acudir al avalista), difícilmente puede exigir al avalista algo que se más de lo que le exigiría al titular.

c) El AVAL es, según expertos en la materia consultados, uno de los más extraños, menos preparados y peor ajustados a la ley de los que se han emitido por el IVF. Evidentemente esto es un factor que pesa para determinar la valía o no del AVAL.

Teniendo en cuenta estos datos, obviamente hay que centrar el debate. Parece claro que el acto administrativo, que el hecho del AVAL, es bastante deficiente, por no decir que es absolutamente irregular. De otro lado, resulta más que evidente que existió voluntad de avalar e incluso de salir en la foto. El conflicto es evidente, qué pesa más, ¿la forma o el fondo?

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