martes, 18 de febrero de 2014

Las azafatas en las fronteras y la alianza de civilizaciones

Querido amigo, estimada amiga, debo decir, sin miedo a equivocarme, con la cara bien alta, la lengua bien larga y, en su caso, la falda muy corta (como cantaba aquél) que el asunto este de los inmigrantes, del paso de la valla, de la frontera y los tiros al aire que terminan por ir al mar, es verdaderamente displicente, complicado, feo cual nevera por detrás y difícil como si uno trata de entender a uno de los Chunguitos, los presupuestos generales del Estado o el juego de cejas de Zapatero, regular tirando a mal.

Señores no nos engañemos, no podemos seguir así. El tema de los que quieren llegar a España en busca de un futuro mejor está encima de la mesa, es una patata caliente que no podemos dejar de lado ni en manos de papafritas, escurreplatos, zurcecalcetines y planchamanteles de poca monta. Evidentemente hay que tomar las riendas del asunto y demostrar que España es un país resolutivo y con capacidad de reacción.

Afortunadamente estamos en el camino, nuestros dirigentes, los que mandan, los que hacen que uno se sienta cada vez más orgulloso de cantar a voz (no confundir con VOX) en grito, aquello del “yo soy español, español, español” (por cierto que hay que ver lo que se nota que estamos en la tierra de Cervantes), como digo los que manejan nuestra barca, consiguen superarse día a día y que uno se marche a dormir contento: “si la Guardia Civil no puede actuar, pongamos azafatas” con dos cojones. Ahora sí. Como dijo aquella ministra tan añorada, “ni Dixi ni Picsi…”, así están las cosas y así reaccionan los que cobran por arreglar las cosas.

A tenor de lo visto y oído, hay quien pudiera pensar que estamos ante algo muy alejado de ser un país en crisis, por hacerlo corto, que España no es que esté en crisis, es que es un milagro señores y señoras, que esto se aguanta “mu malamente” y que, “de mientras” mejor nos vamos atando bien cortos los machos, por lo que pueda pasar. Al final, el tal Imbroda, ya saben, el fenómeno de las azafatas, resulta que me ha alegrado el día, sí señores, fíjense si es fácil contentar a este españolito de a pie que, como no puede ser de otra manera, tiene carrera, más de diez años de experiencia y está en el paro (como debe ser). Fíjense por cierto, la simpática imagen  que he encontrado en http://www.moedetriana.com/ y que me hace navegar en un mar de dudas: 

Mi querido Imbroda y mis queridos políticos, políticas y chanchulleros en general, no lo den más vueltas y no finjan problemas donde no los hay. Terminar con la inmigración ilegal en España es realmente sencillo, es fácil, rápido, limpio y no hace falta concurso de Beneméritos ni de señoras en porreta, mis queridos y nunca bien ponderados Rajoy,  Rubalcaba, Leyre, Cospedal, Fabra, Mas, Menos, Rosa Díez y hasta Ortega Lara, déjense de patrañas y papafritadas, de idas y venidas sin billete ni destino, déjense de tonterías. Si de verdad quieren que a los inmigrantes se les vayan las ganas de venir a España, sólo tienen que dejarse conocer, que explicarles quiénes son ustedes, qué es lo que hacen, cómo están las cosas, qué han hecho entre todos ustedes y qué mandangas nos cuentan a diario para convencerse de que son ustedes más majos que las pesetas. Si quieren acabar con el problema de la inmigración ilegal la receta es sencilla, déjenles entrar a todos, que pasen, vean lo que hay y estén ustedes tranquilos que ellos solitos se irán, pies en polvorosa y carreras pero en sentido contrario, como el del chiste de la autopista.


Al final de la película, cuando le chico se funde en el más apasionado de los besos con la chica, en ese justo instante en el que sube la música y el personal se pone en pie celebrando el apoteósico final, justo en ese instante previo a que se enciendan las luces de la sala, va a resultar que el amigo Imbroda, el de las azafatas, tiene razón y es un visionario. Al color de los acontecimientos, vamos a tener que cambiar a los beneméritos de las fronteras que disuadan al que quieren entrar de manera ilegal, por señoras y señores de buen ver, con sus torsos bien fornidos ellos y sus faldas “a ras parrús” ellas, para repartir octavillas, flyers que dicen los modernitos, y conseguir que alguien quiera entrar en España. De aquellos polvos estos lodos, sí señor, que otro gallo cantaría si se hubiera dejado trabajar al estadista más grande del siglo XX, XXI y quizá del XXII (20, 21 y 22 para las víctimas de la ESO) y su alianza de civilizaciones, que la Tierra no pertenece a nadie salvo al viento. Fin de la cita. Cuánto lujo pa diario.

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