jueves, 20 de febrero de 2014

Excepto V.O. Ayuntamiento



Definitivamente hay muchas veces en la vida, pero muchas oiga, en que las cosas no son lo que parecen, sencillamente eso, que las apariencias engañan, que no es oro todo lo que reluce y que no siempre pensando mal se acierta. Esta es la realidad, señores, generalizar es ser sistemáticamente injusto, ni más ni menos.
Siendo lo anteriormente expuesto una gran verdad, hay muchas veces que las cosas no son lo que parecen, es de justicia e incluso de sentido común, diría yo, recordar al personal que generalmente la historia es justo la contraria, dicho en plata, que generalmente, las cosas son exactamente lo que parecen, que uno que parece un golfo, con aspecto de golfo, comportamiento de golfo y maneras agolfadas, suele ser un golfo pese a que algunas veces, las menos, se trata de un gentilhombre de los que ya no quedan, honrado tipo chaleco de punto tejido en casa por su amantísima esposa. 

Es curioso invento éste, el de las apariencias y las evidencias digo, que a veces tienden a ser confundidas y los golfos con pinta de golfo, pretenden confundir al españolito de a pie que, como usted que lee y yo que escribo, pasamos nuestros días tratando, simplemente, de tener una vida medianamente normal. En términos generales el que parece un ladrón suele ser un ladrón, la que parece una cotilla malmetedora suele serlo y el funcionario que entra por la puerta del Ayuntamiento a eso de las 10, llega directamente de su casa porque esa semana le toca fichar a otro.

Por cierto y hablando de funcionarios y del Ayuntamiento, permítanme dedicar unas líneas a defender a unos en concreto, los que trabajan en la antigua Tabacalera, en Valencia y para el Ayuntamiento de dicha ciudad y que soportan estoicamente las quejas de los vecinos de la zona, derechistas insensibles, egoístas incólumes, que consideran que los pobres funcionarios deben limitarse a ocupar las plazas destinadas a vehículos oficiales para aparcar los vehículos oficiales. Aducen los asquerosos moradores del barrio que ya que están los espacios reservados para los vehículos del Ayuntamiento, pues que aparquen ahí. Y se quedan tan anchos, con dos cojones, que aparquen los vehículos oficiales del Ayuntamiento en los espacios destinados a tal efecto y que dejen el resto de plazas disponibles para el aparcamiento de los coches del personal normal, ya saben, los que se pagan cada uno sus cuotas, seguros, gasolina, cambio de ruedas, revisiones y demás.

La condición humana es absolutamente indignante, desconcertante y abrupta, en román paladino, que damos asco. Habráse visto semejante desfachatez, qué manera de atacar a los pobres funcionarios, qué manera de querer cortar las alas de la libertad, qué asco de gente retrógrada y relamida, de los de ralla al lado y misa diaria, qué gentuza de la peor, qué asco. Hay que resistir, como les decía al inicio, la mayoría de veces las cosas son exactamente lo que parecen y esto parece lo que es: un grupo de gente acomodada, con vidas fáciles, que pretenden limitar las libertades de los pobres funcionarios, que atentan contra el derecho a decidir, que pretenden crear autómatas que aparquen donde deben y no donde quieran, pero no podrán, no deben poder porque ya saben que ahora los socialistas no van a tomar Coca-Cola y los yanquis se han acojonao. El pueblo unido jamás será vencido y el pueblo está con esos pobres funcionarios que lo único que pretenden es aparcar donde les dicte su libre albedrío y no someterse a las normas imperialistas de los que ponen señales verticales y hasta horizontales.

Señores, estamos ante los verdaderos héroes del pueblo, mucho más que Belén Esteban, más que Jordi Évole, Julia Otero, el Gran Wyoming, los tertulianos de “el gato al agua” e incluso más héroes que los del 15M, sí señores, los grandísimos héroes, sólo por debajo en heroísmo de los operarios de las grúas municipales, que a diario ponen en riesgo sus vidas para defendernos de tan peligrosa gentuza, papafritas esgarramantas, de infames de la peor calaña, de asquerosos pseudo-humanos, ya saben, de esa gente tan asquerosa que para en segunda fila. 

Desde aquí gracias, de corazón, en nombre de tantos ciudadanos que podemos disfrutar de una vida mejor, más libre, más plena, de una vida en la que podemos demostrar lo libres, modernos, progresistas e iconoclastas (esa palabra se utiliza siempre que uno quiere parecer más que  los demás) que somos. Soy moderno, soy progresista, aparco donde quiero y cuando quiero de verdad demostrar cuán libre y moderno soy, aporreo una cacerola desde mi ventana. De mayor ya no quiero ser más alto, ahora quiero ser iconoclasta. Cuánto lujo pa diario.


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